El cloud computing se ha convertido en la columna vertebral de la economía digital. En 2025, el mercado global de la nube supera los 750.000 millones de dólares y sostiene aplicaciones críticas, plataformas de IA y servicios que usamos a diario.
Sin embargo, un informe reciente de Kyndryl revela un dato alarmante: el 70% de los CEOs admite que sus entornos cloud fueron “construidos por accidente, más que por diseño”. Esta confesión pone de manifiesto una realidad incómoda: muchas empresas han improvisado su transición a la nube sin una estrategia clara, y ahora enfrentan consecuencias en seguridad, costes e innovación.
El problema: arquitecturas improvisadas
Durante más de una década, las compañías han migrado a la nube con objetivos inmediatos: reducir costes, ganar agilidad o responder a necesidades puntuales. El resultado ha sido la creación de arquitecturas fragmentadas y poco cohesionadas.
- Actualizaciones periódicas sin visión estratégica: muchas organizaciones añadieron servicios cloud para resolver problemas inmediatos, sin pensar en la integración futura.
- Presión de workloads: la falta de planificación ha generado entornos sobrecargados, con dificultades para escalar de forma eficiente.
- Amenazas de seguridad: sistemas dispersos y mal integrados aumentan la superficie de ataque y complican la gestión de riesgos.
El informe de Kyndryl advierte que “los días de beneficiarse del azar han terminado”. El éxito en la nube ya no depende de la suerte, sino de un diseño deliberado y estratégico.
El papel de la inteligencia artificial
La irrupción de la IA generativa y predictiva ha acelerado el gasto en la nube. En 2025, las empresas han incrementado su inversión en cloud un 30% de media para soportar proyectos de inteligencia artificial.
- 89% de los líderes afirma que estas inversiones han facilitado la adopción de IA.
- Sin embargo, los entornos mal diseñados dificultan la integración de datos y frenan la innovación.
- 35% de los directivos señala los problemas de integración como la principal barrera para obtener retorno de inversión en IA.
La conclusión es clara: sin una base cloud sólida, la IA no puede desplegar todo su potencial.
La solución: híbrido y multi-cloud
El estudio identifica una tendencia clara: las empresas están virando hacia modelos híbridos y multi-cloud.
- 84% de los líderes IT ya utiliza múltiples nubes de forma intencional.
- 41% de las organizaciones adopta un enfoque híbrido, repatriando datos sensibles a entornos on-premises mientras mantiene cargas no críticas en la nube pública.
Este modelo ofrece ventajas clave:
- Control y cumplimiento normativo: datos sensibles permanecen bajo mayor supervisión.
- Flexibilidad y rendimiento: se aprovechan los beneficios de la nube pública sin perder soberanía.
- Resiliencia ante riesgos geopolíticos: el 75% de los líderes muestra preocupación por almacenar datos en entornos globales sujetos a tensiones internacionales.
Regulación e impacto en la competitividad
La soberanía digital se ha convertido en un factor decisivo. Normativas cada vez más estrictas obligan a las empresas a repensar dónde y cómo almacenan la información.
- 65% de los directivos ha modificado su estrategia cloud por motivos de cumplimiento.
- La tendencia apunta hacia clouds soberanos y arquitecturas híbridas que permitan cumplir con regulaciones locales sin renunciar a la innovación global.

Las empresas que improvisaron su transición a la nube ahora enfrentan un dilema:
- Reestructurar sus entornos cloud para adaptarlos a las exigencias actuales.
- Invertir en gobernanza y seguridad para evitar riesgos crecientes.
- Adoptar un enfoque estratégico que convierta la nube en un motor de innovación, no en un obstáculo.
El informe de Kyndryl lo resume con contundencia: “La brecha entre una estrategia reactiva y una deliberada nunca ha sido tan trascendental”. Las compañías que logren diseñar entornos cloud inteligentes serán las que lideren la próxima ola de transformación digital.
Conclusión
La nube ya no es un experimento ni una moda pasajera: es el pilar de la economía digital. Pero el reconocimiento de que la mayoría de entornos fueron construidos “por accidente” obliga a una reflexión profunda. Las empresas deben pasar de la improvisación a la estrategia, del azar al diseño. Solo así podrán aprovechar el potencial de la inteligencia artificial, cumplir con las regulaciones y mantener su competitividad en un mundo cada vez más digitalizado.