Creo que a Alan Turing, un amante de los números, le hubiera gustado que hoy celebráramos su cumpleaños, porque cumpliría 111. Es un número lo suficientemente atractivo, teniendo en cuenta además que el 111 binario natural, al convertirlo en decimal, resulta 7. Hace 7 años, el 27 de abril de 2016, OpenAI lanzó una versión beta pública de OpenAI Gym, su plataforma para la investigación de aprendizaje reforzado.
Desde hace más de 20 años, Microsoft ha sido pionero en la investigación y desarrollo del reconocimiento del habla y los gestos. Ahora, tiene la visión de democratizar la Inteligencia Artificial y ponerla al alcance de todas las personas para ayudar a resolver los problemas más grandes de la humanidad y convertirse en un complemento fundamental de nuestra vida.
Alan Turing, como toda mente inquieta, era un erudito en materias como matemáticas, lógica, informática teórica, criptografía, filosofía y biología teórica. Es uno de los padres de la computación y precursor de la informática moderna.
Es conocido por Enigma y la película protagonizada por Benedict Cumberbath The Imitation Game, por cierto, todavía no entiendo por qué no le dieron el Oscar a mejor actor.
Pero pocos saben que en 1950 (4 años antes de su muerte) diseñó, en el campo de la inteligencia artificial, lo que es conocido como Pruebas de Turing, un criterio según el cual se puede juzgar la inteligencia de una máquina si sus respuestas en la prueba son indistinguibles de las de un ser humano.
Precisamente este año, que la inteligencia artificial acapara, día sí y día también, los titulares interesados, mensajes involucionistas, opiniones de profesionales (aparecidos de debajo de las piedras) y, cómo no, de saltimbanquis vestidos de multimillonarios.
Deberíamos volver la vista atrás y analizar lo bueno que ha tenido que personas como Alan Turing, Marie Curie, James Watt, Graham Bell, Thomas Alba Edison, Johannes Gutenberg, Galileo Galilei y otros muchos más, en muchas ocasiones increpados, cuestionados y sobre todo vejados por personas menos capaces, y que han llenado de luz las sombras del conocimiento.
Ha llegado el momento en la humanidad en el que lo mejor de nosotros tiene que destacar frente a la mediocridad. Y afanarnos en conseguir ser felices y hacer que toda la humanidad alcance sus sueños. Y si no es así, mejor que nos gobierne la inteligencia artificial.
En última instancia, resulta imposible recoger en un solo artículo la vida y los logros de Alan Turing. Su genio y su legado van mucho más allá de las palabras, las metáforas o las descripciones. Como un alquimista de la información, decodificó los secretos de la guerra y sembró las semillas de la informática moderna. No fue solo un hombre que se adelantó a su tiempo, sino alguien que definió el tiempo que estaba por venir.
Alan Turing dejó una huella imborrable en la historia de la humanidad, y su influencia continúa permeando cada aspecto de nuestras vidas digitales. Al recordar a Turing en su 111 aniversario, celebramos no solo la magnitud de sus logros, sino también su espíritu, su curiosidad y la audacia de su visión.
La contribución de Alan Turing a nuestro mundo no puede reducirse a unos pocos párrafos, ni a unos cuantos logros significativos. Es un vasto y rico legado, uno que se entrelaza con la fibra misma de nuestra sociedad y de nuestro futuro.
A 111 años de su nacimiento, seguimos maravillados ante la genialidad de Turing, un hombre que vio el potencial de lo que podría ser, y en el proceso, cambió para siempre lo que es.
Artículo escrito por Julian Lorenzo, Director of Alliance Development with Microsoft at Lãberit.