OpenAI ha recibido luz verde para dejar de almacenar los chats eliminados y temporales de la mayoría de los usuarios de ChatGPT, tras la anulación de una orden judicial que obligaba a la empresa a conservar estos registros “indefinidamente”.
Esta decisión marca un punto de inflexión en la batalla legal entre OpenAI y varios grupos de medios de comunicación. Estos últimos alegaban que sus contenidos estaban siendo utilizados sin autorización.
La orden judicial, ahora revocada, se originó en una demanda por derechos de autor y uso indebido de contenido periodístico. Los demandantes sostenían que los usuarios que intentaban eludir muros de pago o reproducir artículos protegidos solían borrar sus chats o utilizar sesiones temporales, lo que motivó la exigencia de conservar esos registros como prueba.
¿Qué implica el cambio para los usuarios?
Desde el 26 de septiembre de 2025, OpenAI ya no está obligada a guardar automáticamente todos los chats eliminados o temporales. Esto representa una mejora significativa en términos de privacidad para la mayoría de los usuarios de ChatGPT, quienes habían expresado su preocupación por la retención indefinida de sus conversaciones, incluso después de haberlas borrado manualmente.

Sin embargo, no todos los usuarios están exentos. Según el nuevo acuerdo judicial, OpenAI seguirá monitorizando y almacenando los chats de cuentas asociadas a dominios que hayan sido señalados por los medios demandantes. Esto significa que si un usuario pertenece a una organización o dominio que ha sido marcado como “de interés” por los demandantes, sus chats podrían seguir siendo conservados y revisados.
¿Qué buscaban los medios en los registros?
Los grupos de medios, entre ellos el medio estadounidense The New York Times, han estado revisando los registros de salida de ChatGPT en busca de ejemplos donde el modelo haya reproducido contenido protegido por derechos de autor o atribuido información falsa a sus publicaciones. Aunque los registros no incluían entradas de los usuarios, sí contenían las respuestas generadas por el modelo de OpenAI, lo que permitía evaluar posibles infracciones.
Privacidad vs. responsabilidad: el dilema de la IA generativa
Este caso pone de relieve uno de los dilemas más complejos en el desarrollo de la inteligencia artificial generativa: cómo equilibrar la privacidad de los usuarios con la necesidad de rendición de cuentas por parte de las empresas tecnológicas. Por un lado, los usuarios esperan que sus interacciones con herramientas como ChatGPT sean privadas y efímeras. Por otro, los titulares de derechos exigen mecanismos de trazabilidad para detectar usos indebidos de su propiedad intelectual.
La decisión judicial de permitir a OpenAI dejar de guardar los chats eliminados es una victoria parcial para la privacidad. Sin embargo, también establece un precedente: en ciertos contextos legales, las empresas de IA estarían obligadas a conservar datos que normalmente serían descartados.
¿Qué sigue en la batalla legal?
Aunque se ha cerrado el capítulo de la conservación de chats, la disputa legal entre OpenAI, Microsoft y los grupos de medios continúa. Los demandantes siguen argumentando que las herramientas de IA generativa se entrenan y operan con contenido protegido sin licencia, lo que podría constituir una infracción masiva de derechos de autor.

Por su parte, Microsoft ha intentado mantener a su asistente Copilot fuera del litigio, alegando que no está directamente implicado en los hechos denunciados. Sin embargo, la presión sobre ambas compañías aumenta, especialmente por parte de aseguradoras que podrían negarse a cubrir productos de IA, con múltiples demandas millonarias pendientes.
¿Qué deben saber los usuarios de ChatGPT?
Para los usuarios habituales de ChatGPT, este cambio significa que sus chats eliminados o temporales ya no se almacenarán por defecto, salvo que su cuenta esté vinculada a un dominio marcado por los demandantes. Aun así, es recomendable:
- Revisar la política de privacidad de OpenAI.
- Evitar compartir información sensible en chats, incluso si se eliminan.
- Estar atentos a futuras actualizaciones legales que puedan afectar la retención de datos.
Este caso podría sentar un precedente para futuras regulaciones sobre IA generativa. Si los tribunales validan que las ChatGPT pueda infringir derechos de autor, las empresas tecnológicas como OpenAI podrían verse obligadas a rediseñar sus modelos.
Para los medios de comunicación, el caso representa una oportunidad para reclamar un espacio en la economía de la IA, exigiendo compensaciones por el uso de su contenido en entrenamientos o respuestas generadas.