El derecho a reparar está ganando adeptos rápidamente, ¿debería ser motivo de preocupación?

Imagina que adquieres un portátil de 1.500 euros y esperas cinco años buen funcionamiento sin problemas. Dos años después, se estropea.

Ahora, tu taller de confianza en electrónica no puede arreglarlo por falta de disponibilidad de componentes oficiales, o porque está diseñado de una forma que dificulta las reparaciones. En consecuencia, te ves obligado a ponerte en contacto con el fabricante, que te hace un presupuesto desorbitado. ¿Te suena la situación? Pues esto es lo que aborda el movimiento del Derecho a Reparar.

¿Qué es el movimiento Derecho a Reparar?

El movimiento Right-to-Repair o Derecho a Reparar, defiende que se proporcione a los consumidores (o a talleres de reparación de terceros) los artículos necesarios y los conocimientos técnicos para reparar los electrodomésticos. Es sencillo: si compras algo, deberías poder repararlo o acudir a un taller de tu elección.

Pero, ¿cuándo fue la última vez que pudiste hacerlo? Con los años, nos hemos acostumbrado tanto a que el fabricante oficial repare los aparatos electrónicos, o en su defecto, que los sustituya por completo, que ya no parece un problema (pero lo es). En consecuencia, los gigantes de la tecnología (y de otras industrias, aquí no se libra nadie) se benefician de nuestra indiferencia y ganan más dinero.

El movimiento por el Derecho a Reparar tiene cinco objetivos, según se indica en el sitio web oficial The Repair Association de EE.UU.

  • Acceso a las herramientas y piezas necesarias: Las empresas deben proporcionar a los consumidores y a los talleres de reparación no afiliados las herramientas y piezas (artículos de recambio) necesarias para realizar las reparaciones.
  • Acceso a la información: Los documentos técnicos, los detalles relativos al aspecto del software y otra información vital necesaria durante las reparaciones deben estar disponibles.
  • Facilitar las reparaciones: Los productos deben diseñarse para facilitar las reparaciones, en lugar de prácticas como el emparejamiento de piezas, que hacen casi imposible sustituir componentes individuales.
  • Permitir modificaciones: Las empresas deberían permitir modificaciones en sus productos, especialmente aquellas que permitan utilizarlos durante más tiempo.
  • Diseñar productos para el futuro: Los productos deben estar pensados para el futuro e incorporar prácticas de diseño ecológico que garanticen una vida útil más larga.

¿Qué opina la gente sobre el derecho de reparación?

El derecho a reparar es la necesidad del momento. Todos hemos sido informados alguna vez por el fabricante de que una reparación no es posible o viable y que, en su lugar, debemos sustituir el producto.

¿Apoyan las marcas el derecho a reparar?

En los últimos años se ha producido un cambio en su enfoque, pero tiene más que ver con las leyes aprobadas por los gobiernos de todo el mundo. Por ejemplo, en el caso de EE.UU, el año pasado California se convirtió en el tercer estado de EE.UU., después de Nueva York y Minnesota, en aprobar la Ley de Derecho a Reparación.

Anteriormente, Francia había implantado en enero de 2.021 un Índice de Reparabilidad para cinco categorías de dispositivos electrónicos, basado en 5 parámetros críticos. Esto se consideró un hito importante para los defensores del derecho a la reparación. En los últimos años, otros países han seguido su ejemplo y han introducido medidas y leyes similares.

Sin embargo, las empresas siguen dudando. Porque sin derechos explícitos de reparación, perderían una parte importante de sus ingresos. Aunque se han pronunciado a favor del derecho a la reparación, la aplicación real de los principios aún está por ver.

Una de las empresas que se ha tomado en serio esta iniciativa es Microsoft, que ha adoptado el derecho a reparación de una forma relativamente orientada al usuario. El Surface Laptop 5 es un buen ejemplo. El portátil se diseñó teniendo en cuenta la posibilidad de reparación.

¿En qué le afecta el derecho a reparar a las empresas?

Entendámoslo con un ejemplo con el que todo el mundo se identificará. Antes, tanto los ordenadores como los teléfonos móviles venían con una batería fácilmente extraíble, que ahora está integrada. Entonces, si había algún problema, bastaba con quitar la batería, identificar el modelo y comprar una nueva.

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Ahora, ¡es casi imposible! Tendrás que desenroscar el panel trasero, lo que a menudo anula la garantía. Si superas el primer obstáculo, luego viene el temido laberinto de conexiones. Así que, básicamente, las empresas nos obligan a ponernos en contacto con su centro oficial de reparaciones y a comprar sus productos.

Del mismo modo, la integración de chips informáticos en casi todos los aparatos eléctricos está dificultando aún más la reparación. Al final, eres tú, el consumidor, quien tiene que desembolsar una suma mayor.

Un problema para el medio ambiente

No olvidemos la acumulación de residuos electrónicos. Cada vez que tiras un aparato irreparable, supones un peligro para el medio ambiente. El mundo produjo 57,4 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos en 2021, y se espera que aumente a 75 millones de toneladas métricas en 2.030.

Por tanto, no es solo una cuestión de marketing empresarial y técnicas de venta, si no que concierne a un conjunto mucho más grande que debe ser analizado con garantías, y para que tanto el planeta como los usuarios salgamos ganando.

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